Todos los comienzos son bonitos, suponen cambios en nuestras vidas, un nacer de un nuevo destino. En este caso, el comienzo de mi historia fue abrumador, nunca podría haber imaginado lo que iba a significar para mí.
Cuando le conocí, supe que no podría volver a librarme del encanto que emanaba de esos ojos negros, supe que me iba a enamorar sin remedio y supe que iba a tener que librar muchos obstáculos.
Nuestra relación no fue sencilla, especialmente cuando decidí presentarlo en sociedad como mi novio, mi pareja,mi amor. Cada vez que soltaba las ansiadas palabras de "Os presento a mi pareja, Alí" tenía que enfrentarme a todo tipo de prejuicios " Este no te va a querer", "este se va a ir con todas las que pueda",
"pero no ves que es moro!!".... Pero el amor tiene la capacidad de ir más allá, de ver lo que nadie ve, de hacer grande aquello que para los demás pasa despercibido y de minimizar lo que para los demás es un problema.
Nuestra relación duró 5 meses, meses en los que me enamoré perdidamente de él llegando a sentir cómo me dolía el corazón cuando estaba lejos de sus brazos y meses en los que me alejé de mi familia, por su escasa aceptación al que consideraba "el hombre de mi vida".
Aún recuerdo aquél día 21 cuando me dijo que todo se acababa, que él no era hombre de una mujer, que no quería atarse...en definitiva, que no poíamos tener nada que fuera más allá de un rato de cama porque su familia no le permitiría estar con una mujer que no cumpliese con su cultura. No sé que me hirió más en ese momento, si sus palabras o ver cómo sonreía mientras las decía. Aquel día, regresé sola a casa, andando por las calles de noche, desorientada,bañada en lágrimas y preguntándome porqué, por qué me hacía esto la persona que más amaba en el mundo. Recuerdo que estaba tan desesperada que hasta llegué a plantearme aceptar su oferta de seguir nuestra relación y aceptar que él pudiese estar con toda la que le viniese en gana.
La semana siguiente a mi gran decepción, la dediqué a intentar recomponer mi corazón, no lo conseguí pues no había nada ni nadie que pudiese llenar el enorme vacío que Alí había dejado en mí. Volví a recuperar la relación con mis padres a regañadientes, seguía sin aceptar que ellos tenían razón y que yo me había equivocado.
Sin embargo, el gran shock vino una semana después, cuando tras un retraso de 5 días en mi período decidí hacerme un test que salió positivo. En un primer momento, me llené de ilusión pues muy tonta de mí, pensaba que aquello me permitiría volver a recuperar el amor que días antes había perdido. Digeriendo aún la noticia y sin habérsela comunicado a nadie, corrí a su trabajo para decirle que estaba embarazada,que ¡ÍBAMOS A SER PAPÁS!, pero su respuesta fue un talón entre mis manos con 500 euros para que me deshiciera de "aquello que no podía ser".
Reconozco que fui débil y lo acepté, le amaba desesperadamente y creía que como él mismo decía tener un niño sólo iba a traer problemas. Ese mismo fin de semana, reservé un viaje a Valencia y pedí cita en una conocida clínica convencida de estar haciendo lo correcto. El viaje lo realicé sola, en autobús, con una maleta llena de ropa, desilusión, dolor y vacía de vida. En las 5 horas que duró el trayecto, tuve de acompañante a una mujer cerca de los 70 años, Adela, que mostró una gran empatía conmigo desde que iniciamos la ruta. Desahogué con ella todo lo que llevaba dentro y que nadie conocía y me dio un gran consejo " No importa que él te amara o no, tu le amabas y le amas y ese profundo amor ha dado el fruto más grande, esa vida que llevas en tu interior, el amor para toda la vida no es ese hombre...el amor para toda la vida es tu hijo".
Cuando entré en la clínica sólo era capaz de darle vueltas a aquella frase que Adela me había dicho....mi hijo, mi hijo, mi hijo....Al oir mi nombre de boca del doctor, callé, recogí mis cosas y me marché sabiendo que comenzaba una nueva vida.
Regresé a mi casa y conté todo lo sucedido a mi familia,quienes no entendieron mi situación debido a mi edad, 23 años, pero lo acpetaron y prometieron ayudarme.
A partir de este momento mi vida no ha sido más fácil, pero mi pequeña me ayuda a levantarme cada mañana con ganas de enfrentarme a la vida. Desde que me enteré de que era niña, me enamoré aún más de ella y decidí llamarle Aisha "vida" un nombre árabe que le ligue de algún modo a los que también son sus orígenes, orígenes que siempre estarán presentes en su vida, en mí y en mi corazón que no se ha recuperado.
Alí sigue en contacto conmigo. A pesar de no apoyarme, de no querer saber nada de la niña , de aceptar mi insinuación de darle sólo mis apellidos, de hacerme daño psicológicamente hablandome de todas sus conquistas....sigo pasando algunas noches con él, a escondidas del mundo, noches que me hacen bien y mal a partes iguales....mal porque me impiden que lo olvide y bien porque sus caricias y sus besos siguen siendo aquellos que compartíamos antes, porque cuando entrelaza sus manos entre las mías y mira mi tripa...sus ojos se humedecen, sabe que aquello que crece en su interior es SU HIJA....Y es que un hijo debería estar siempre por encima de cualquier cultura, religión o política.